Tuesday, September 11, 2007
Desde “La recta provincia”
En una conversación con fulana, bella y honesta señora por cierto, fiel seguidora de culebrones venezolanos y las nuevas apuestas de nuestros chilenos canales, me hablaba sobre “esa cosa” llamada “La Recta Provincia” (Raúl Ruiz). “La vi, pero no la entendí, oye”. Paso seguido habló extensamente de los “bailes chinos” (cofradía de Calle Ortiz) y de las mesetas de los Baños del Parrón y el Orolonco que se habían visto en uno de los capítulos. Asimismo, motivado quizá por el entusiasmo dispensado, terminamos hablando de brujos y tuetués (martes hoy, martes mañana, martes toda la semana) que tanto se ven por esos lares de Putaendo. “A lo mejor eso quiso mostrar el caballero de la Recta...”, dijo.
Cierto, tal vez la gran mayoría de quienes lograron permanecer despiertos para ver esta apuesta de TVN, sepa sólo de oídos sobre este director chileno radicado en Francia, sobre sus premios internacionales y algunos filmes que han dado que hablar en la “alta farándula”, como llama Ruiz al mundo cultural chileno snob. Pero cabe recordar cintas ya clásicas como Palomita Blanca y Tres Tristes Tigres, quizá no lo más granado de este autor, pero sí lo más conocido por nosotros, los televidentes sin mucho acceso a cineartes.
Ahora, no es complicado hacerse la idea de que la forma de filmar de Ruiz, que se mueve por el subjetivo mundo de lo onírico y surrealista, al más puro estilo “vanguardia europea”, dista mucho del modelo obsesionado del “conflicto central” norteamericano, a la manera de “Duro de matar”. Los que esperaban eso, seguro se decepcionaron de Ruiz.
Con respecto a esto, los que han tenido ocasión de escuchar o leer los relatos y cuentos que son parte de los mitos del campo chileno, darán crédito a la forma de filmar de este autor audiovisual. En esa mitología abundan relatos absurdos y fantásticos, como el del burro que vuela con la ayuda de unos sacos cargados de tórtolas o el del cóndor atravesado por una rama de membrillo, que cada verano pasa volando con la rama cargada de frutos, o el medio surrealista “Niño de la escopeta” de Ernesto Montenegro, que emprende viaje en compañía de extraños personajes. Incluso tenemos mitos periodísticos semirurales, como el famoso culebrón del cementerio municipal de San Felipe. Con estos antecedentes, no cabe extrañarse entonces con cuatreros sin lágrimas, vírgenes irónicas, diablos que comen corderos que resucitan desde sus propios huesos, o brujos cojos caminando en reversa, gritando a la manera poética del “non serviam” de Huidobro, “No te serviremos madre naturaleza”.
Con el merecido respeto que se merecen tanto los tradicionales escritores, pintores, músicos y artistas que dieron a luz destacados obras del “criollismo” chileno, después de la perspectiva de artistas como el clan Parra (con Violeta y Nicanor a la cabeza) el campo nunca más fue lo mismo, o se miró de la misma forma. No es que éstos lo hayan cambiado, sino que realmente lo “leyeron” y lo interpretaron a través de esa mirada ecléctica y entendiendo ese sincretismo, ese “ni chicha ni limoná”, tan característico de este pueblo mixturado, mestizo. Aunque insistamos majaderamente en el recuerdo bucólico que nunca vivimos, no hay que olvidar que el mundo gira, y tic tac por medio, el campo es un gran llano en llamas en peligro de convertirse en pueblo fantasma o en urbe patrimonial, como escenografía de película spaghetti werstern con fachadas de casas sin alma. O como dice un amigo, esto es Chile, huasos arreando ganado en bicicleta, el campesino que interrumpe la cosecha de duraznos para hablar por celular con el agrónomo de turno en la exportadora, o el patrón de fundo que hace bautizar con agua bendita su nueva 4x4. De ahí a que “La Recta Provincia” se compleja, es una bicoca.
Monday, July 30, 2007
Tentativas para un árbol trunco
Para transfigurarse y no seguir siendo per sécula el chozno de una tribu sin memoria, X decidió involucrarse en un proyecto que considerando la distancia de una familia mas bien inculta, no soportaba, o no soportaría en este caso, la invectiva de un ejercicio de memoria que ni siquiera él, el avanzado, podría sobrellevar.
Sin intención de moverse más allá donde la baja moral de este núcleo se lo permitiera, zanjó las ideas fuerzas que le permitieran introducirse en las nervaduras de un árbol donde él precisamente era uno de los últimos vástagos clorofílicos.
Su padre, por ejemplo, ostentó en algún momento el cargo de caporal de establo en los corrales del sempiterno Regimiento de “Los Cóndores”, en su pueblo natal, donde además vagó por oficios de poca monta, que los oficiales a su cargo le ofrecían por su docilidad ante el mando. Solía hacerse cargo además de la comilona de los bailongos sabatinos, preparando fondos de “chancho al jugo” o las discadas de cocimientos de mariscos, que por lo demás lo llenaba de orgullo, sobre todo cuando al son de la borrachera, alguno de los “clases” le dedicaba un brindis para celebrar su buena mano, a lo que el improvisado cocinero rechazaba cualquier intento de invitación a brindar en un ademán de falsa modestia, esperando siempre fiel al término de la fiesta para recoger, lavar y tomar los conchos de wisky que quedaban sobre los mesones y engullir con fruición los restos de carnes y cochambre que quedaban a la deriva en los gelatinosos fondos y discos.
Esto por supuesto, X no lo descubrió en los interrogatorios hechos a los ancianos de la familia; primero, por que su imaginación, aunque no del todo desbordante, le permitía, al menos, hilar retazos de historias cosechadas al boleo en las fiestas familiares. Por otro lado, su familia no se caracterizaba precisamente por su longevidad. Su abuelo, por ejemplo, perdió la vida en su lecho con su cuerpo disminuido por una diabetes que ha esa altura ya se había cobrado con el 40% del cuerpo, a los 52 años, cuando X sólo tenía 11. Teniendo además que visitarlo los domingos y pasar los 10 minutos obligatorios sentados junto a sus hermanos en el espacio que dejaba a los pies de la cama la falta de sus dos extremidades que no eran más que dos muñones sanguinolentos.
El recuerdo que X tiene de la muerte, gravita precisamente en imágenes de su primera niñez, algo difusas por lo demás, lo que no lo convence aun de la realidad corpórea de aquel recuerdo, si realmente aquellas fragmentadas imágenes corresponden al hecho sangriento que lo ha vuelto, aunque no lo sabe, algo insensible ante los decesos de sus cercanos y, a plantearse la muerte como algo determinado, sin mayores misterios ni misticismos.
Lo que mantiene de aquel difuso suceso son principalmente gritos que se entremezclan con risas, retos y mucho movimiento. Finalmente como producto de una laguna mental, la siguiente imagen siempre lo transporta fuera del patio de entrada a su casa mirando por una rendija del viejo portón de madera hasta el fondo del largo pasillo, que no era más que un patio de antiguas baldosas en tablero de ajedrez. Al término del pasillo se veía la mitad de una “arteza” de concreto, iluminada por una sucia lámpara de campana (circundada por zancudos y mariposas nocturnas) que sólo alumbraba directamente el tercio superior de una cabra de color blanco manipatiatada a la cual le cruzaban la yugular con el movimiento certero de un gran cuchillo gastado de tanto ser afilado, mientras un desesperado balar se iba apagando en medio de un sonido de gárgaras de sangre y el chisporroteo del líquido cayendo en una hoya de aluminio, ¡paf! Fin de la imagen.
Tuesday, July 17, 2007
Fragmentos de una decepción en tránsito
En esta nueva confusión de Babel solemos olvidar nuestro origen, a que nos debemos, como es que esta ciudad se convirtió en lo que es, sea una ciudad próspera o simplemente una bazofia de pueblo, un simulacro de urbe mal habida, u ostentosa torre con cimiento de arenas movedisas. Sea lo que sea, eso dependerá del punto de vista del que se mire.
Miramos el fenómeno “transantiago” como algo de años luz de nuestra realidad, pero las ciudades cambian lamentablemente por el simple capricho de algunos pocos, que especulan con el futuro esplendor de nuestra historia, del suelo que pisamos. Que no funcione este monstruoso proyecto, no es sólo cosa de pesos, somos sudamericanos y mejor aun chilenos (sin afán nacionalista) el tema es que no nos pueden convertir en europeos o norteamericanos con tratamientos de electroshock. Para la risa es ver a políticos con cara de situación pidiendo por favor “no colarse por la puerta de atrás, siendo que esa clase fue la que instauró esta maña en nuestra indosincracia.
Volviendo al valle (San Felipe), lo seguro, y esto es un mal general de provincia con ínfulas de “city luz”, no nos gusta mirar atrás, como si eso fuese ser retrogrado, antimoderno y aceptamos los cambios a la velocidad de la luz, sin críticas, nos convertimos cada vez más en la muda imagen en blanco y negro de “Tiempos Modernos” de Chaplin, donde se transpone la imagen de un grupo de obreros entrando a una fábrica con otra de un grupo de corderos entrando a un corral… es una mera actualísima imagen…nada de ficción…ni imagen del recuerdo para programa mamón de comerciales y cantantes que se los llevó la ola.
Me perdonarán algunos sindicatos obreros por la comparación previa…pero si piden aumentos de sueldo, ojala sea para dignificar a la familia trabajadora, pagar los estudios de sus hijos, arreglar sus casas o pegarse un viaje y no para pagar la ropa que ya no sostiene su closet, comprarse un auto como el del vecino o el plasma de mil pulgadas con más warifaifas de las que puede controlar.
Miramos nuestra ciudad-real a través de una tele y pensamos que esas guerras campales de la Legua son otra de “Tarantino” o que “En la mira” se merecen un oscar como “Ciudad de Dios” …luego salimos a la tienda más cercana a reventar una “tarjeta-granada” y pasearnos entre artefactos luminosos y personajes de cartón tamaño natural que nos hacen sentir como en casa. Sonreímos de soslayo a la cámara de seguridad para completar nuestro tártaro reality, mientras el "flaite" de turno nos espera a la salida para protagonizar otro “buen programa de denuncia social”.
Tuesday, July 10, 2007
“Flema provinciana”
Advertencia preliminar: Con flema no me refiero a la mucosidad pegajosa que se arroja por la boca, procedente de las vías respiratorias, con cierta denominación de origen. Quiero más bien hablar de este raro epíteto, que por lo general se le enrostra a la pasividad y calma (hasta ahora sin igual) con que los ingleses se toman las cosas, con ese aire de superioridad, de encontrarlo todo como hediondo, con sus narices respingadas y aspecto solemne y seriedad a toda prueba. Bueno esta clasificación la hago por supuesto influenciado por malas películas y libros donde se parodian a estos flemáticos británicos, que por supuesto dista mucho de la realidad (creo).
Con toda esta introducción previa quiero llegar a unos de los mitos chilenos, que por estos tiempos está más tácito y más estúpido que nunca en nuestra forma de ser. Eso de ser los ingleses de Sudamérica, que yo atribuía a la costumbre de tomar té. Para serles franco no veía otra semejanza. Pero encontré otra actitud, igual de deformada que la del “tesito”, después de convivir con más de un centenar de sanfelipeños más de dos horas en la fila de un banco. Para hacer corta la historia, por razones X tuve la obligación de cambiar un cheque en este banco Z. Al llegar me encontré con una fila interminable, como una gran cuncuna zigzagueante de cientos de cabezas y de pies que se deslizaba con lentos movimientos peristálticos (nótese como movimiento de una babosa, lombriz, intestino grueso) Entrar por la boca de esta cuncuna y salir expulsado por su cloaca me llevó, sin exageración, dos horas y media. Pero lo más increíble de todo fue ver como las personas que constituían esta enorme cuncuna sedienta de plata, aguantaba con tanta “flema” el aburrimiento de más de 150 minutos moviéndose dos pasos cada 5 minutos. Era pura “flema provinciana”. No esa flema inglesa de nariz alzada y poto parado, era ese tipo de flema tímida, de manos en bolsillo y pateando pelusas en el suelo, resignada, aburrida, con esa mirada pseudoresentida que da la timidez, refunfuñando entre dientes como ese perro que sabe lo que es una patada en las costillas. Nadie era capaz de llamar al guardia y pedirle que gestionara otra caja para la fila de los “no clientes” que era la más lenta. La fila para clientes contaba también con dos cajas pero nunca pasaban de los 15 clientes en fila. Lo único que nos sacaba a ratos del tedio eran tres cabros chicos que se habían divisado entre las piernas del centenar cuerpos entumidos por el bochorno de la espera, que se perseguían jugando al laberinto, sin reparar seguramente en el hedor a sexo que se produce por la aglomeración de genitales a esa altura ineludible de la bendita niñez.
Era para llorar, pero nadie lloraba, era para reclamar pero nadie reclamaba. La pregunta: ¿cómo se desahogó toda esa gente? Echarían un insulto tras un volante, le pegarían una patada a un perro o al hijo, se pegarían un tiro en la cabeza?. O “es tan poderoso don dinero” que adormece la rabia una vez deslizado entre nuestros dedos. Por mi parte escribo esto para desahogarme. Sufro también de “Flema provinciana”.
Tuesday, July 03, 2007
NON SANCTAS o prohibido masturbarse (por ellas) hasta quedar ciego
Su voz, lo atroz, no su imagen por si sola, chancletea el cuerpo como calzones de tendedero. Con el tacón en la vulva y otro en el ano del tacaño proxeneta. La lujuria vendría sin vendas por parte de madre sin asco y tremendo delirio, por otra. Ojipintada, de espaldas al transito, su ano es túnel que el transeúnte cruza para extraviarse en el pobre estilo de la carne. No comas, no gimas, duele tu reino que es el espanto anidado en el calzón como joroba. Matices de un imperio procurándose una sucia luz de paradero, donde moscas son mariposas nocturnas cabeceando la entrepierna. Olor alquimia de consultorios, papeles al día. Por pocas lucas paraíso instantáneo en agüitas de relave, donde brotan primores, primores que son amores, amores que son luto. Sátiro, mancebo, cornudo, buscón, tusona. Tributo angelical
para un bruto original. Non sanctas de conventillo, bellamente peligrosas como la mandrágora, y aquí se viene la carne burbujeante como soda. Y por dios, sálvale Magdalena. El semen de un ahogado brilla en los escombros de su habitación de soltero.
Wednesday, June 20, 2007
Palabrería del Arrepentimiento
No seré yo realmente el que comience la palabrería del arrepentimiento, no. Pero el vacío terminal. Cómo aguantarlo. Estoy aquí sentado, en mi puesto de batalla, en un puesto peleando una guerra que no me interesa. Hablar de más, escribir de más, deprimido hasta el tuétano, triste. Triste, sí, triste. Con ganas de pararme y mandar todo a la misma mierda. Lo juro. Todo me parece cínico. Pero peor que nada, el monstruo de 7 cabezas, el cínico, el cerdo numinoso, asquerosillo. Yo. Es increíble como dos putas letras, un monosílabo tan diabólico como ése logre despertar las más contradictorias de las sensaciones. Yo parado, yo sentado, anulado, falsamente interesado en cosas interesantes, se me vienen las responsabilidades, ¡me meto en cada estupidez sin pensar! A veces pienso que no pienso, o a veces pienso en la estúpida idea que todo esto me deviene de pensar que pienso que pienso demasiado... estúpido no? Lo más falso, esta última idea me viene de lo mismo, me altera, me quiero ir, no puedo seguir presenciando como seguimos haciendo literatura con los muertos, con nosotros los muertos, de muerte perniciosa, de tedio, en vida.
“Dinos como Sobrevivir a esta Locura” (Recuerdos de Vacaciones)
Periodo estival, periodo de pausa, de respiro, pero “dinos como sobrevivir a esta locura”, algo de eso importa? se puede descansar secretamente adormilado por el Vallium de los 15 días hábiles? pero “dinos como sobrevivir a esta locura”. Carpas, viajes, ajustes de motores, no olvides el saco, los huevos y ese librito por si acaso nos dan ganas de leer, lo mas probable es que durmamos más de la cuenta nos ganemos una insolación de putamadre y se nos hinche el juanete buscando un lugar piola donde echarnos un polvito al aire libre o lisa y llanamente nos descueremos por ese bronceado flaite por que el bendito bloqueador se nos quedó en el botiquín de la casa y aquí puta que son caros.
Llevemos a mi madre, y a la tuya, a quién dejar la llave de la casa para que alimente al Nerón, no cacho mucho al vecino, tiene cara de pocos amigos, y la otra vecina fue la que nos echó los pacos el día del asado y la bailanta, pero “dinos como sobrevivir a esta locura”.
Según la Real Academia de la lengua, Vacaciones: “Suspensión parcial de los negocios y los estudios, asueto”. Otra acepción puede ser cambio de rutina, dejar el stress de las obligaciones cotidianas, de la administración de la buena vida, colegios, pagos de cuentas, levantadas a las siete, la teleserie, las noticias, el copete en fin. Difícil romper inercias en la era de las inercias. El tema siempre es hacer lo que otros hacen; si todos trabajan como chinos, yo también trabajo como chino; todos autito, yo también autito; todos hablan como el personajillo de moda, yo también hablo como el personajillo de moda; todos vacaciones, yo también vacaciones. Otra maña, queremos hacer en 15 días todo lo que no hicimos en los 350 restantes y esto multiplicado por la vida, queremos viajar, arreglar la gotera del techo que nos cagó el modular nuevo, dormir a pata suelta, arreglar el jardín, pescar, visitar al tata en el hospicio, bañarnos en paradisíacas playas, echar un polvito con un amor de verano, o con la señora aunque sea en una cama playera llena de pulgas. Están también quienes les baja la intelectualidad veraniega y meten a presión en el huequito del bolso entre el shampoo y la toalla el librito que no han podido terminar en todo el año, de’sos que “te hacen parecer + inteligente”, que claro está, volverá con el marcador de hojas en la misma página en que ha estado desde el invierno.
La carretera, en auto, micro o bus pirata, el mismo infierno estival de descansadores que no descansarán hasta llegar a un buen lugar de descanso, llámese playa, río, laguna, lo más lejos posible -pa’que cachen el nivel de descanso que uno se pega- No eche sobre peso, agüita pa’l viaje, cuidado que se sobrecaliente el auto, no abrir de un viaje tapa del radiador (posible quemadura de 2° grado en manos y cara) y por favor “dinos como sobrevivir a esta locura”.
La verdad no tengo auto, señora, ni pega estable, por ende menos vacaciones oficiales, pero “dinos como sobrevivir a esta locura”, y confieso que el cansancio de la ru(t)ina también llega por estos lares, así como así, como lo leen, lo escuchan o lo ven, solo quería escribir algo que me diera la excusa de contarles que a pesar de’ste calor de fritanga aconcagüina salvé el verano gracias a un librito “Dinos Como Sobrevivir a Esta Locura” de Kenzaburo Oé, autor que de Japón es, o sea nipón del país del sol naciente, moderno, post Hiroshima, burlón con sus héroes imperiales, descarnado y a veces cruel. Recomendable su lectura (ojo, premio Nobel y todo). Aunque sea como dice Hess “solo para locos” en ningún lado aparece la receta para sobrevivir a este embeleso, aunque pienso que sólo leyendo se logre rasguñar un poco ese telón monomaniático del éxito, para así se filtre un poco de sensatez… o viceversa…no sé, locura al fin.
Tuesday, June 19, 2007
Pajarón, el que no lee
Primero: el 23 de abril se celebró el “Día internacional del libro y del derecho de autor”, seguramente lo leyó en el diario, lo vio en la tele o se lo contó un amigo. Segundo: seguramente ya se sabe de memoria porqué en esta fecha precisamente se celebra tan mentado día (23 de abril de 1564 nace William Shakespeare, que además en esta misma fecha pero de 1616 muere. En la misma fecha y exactamente el mismo año (1616) murieron también el español Miguel de Cervantes y Saavedra y el cronista Garcilaso de la Vega) La madre de las coincidencias ¿no? Sin contar otra tropa de célebres escritores menos conocidos que nacieron o murieron un 23 de abril hasta la fecha, entre ellos el más conocido Vladimir Nabokov (ruso) autor de la célebre “Lolita” conocida por sus versiones cinematográficas. Tercero: La idea de celebrar en el mundo el "Día internacional del libro", fue una propuesta de la Unión Internacional de Editores (UTE), y presentada por el gobierno español a la Unesco quien aprobó en forma unánime la propuesta. Cuarto: En Chile durante los gobiernos de la concertación y con la creación de la Biblioredes y el Fondo del libro y la lectura, este día se ha transformado en una efeméride más que se debe “obligatoriamente celebrar” en las escuelas y bibliotecas. Quinto: todo lo anterior quizá lo describo gracias a los datos que pululan por la red, diarios y la televisión etc. no por lo “letrado” ni eximio lector. Y aquí viene el problema, con tanta faramalla libresca nos deberíamos preguntar si en chile ¿hemos logrado crear una cultura lectora de veras? Creo que aun falta esa parte que no se aprende con el manejo de los datos duros que estas políticas de buenas intenciones ha creado durante estos años, lectores de solapas y contratapas y a lo más de resúmenes bajados de internet, profesores mediante. Sexto: la pasión por leer puede nacer en cualquier momento, lo único que hace falta es estar dispuesto, y creer en el “misterio” que conlleva esta costumbre. Empezar por acumular libros como locos ayuda, precios y lugares sobran, hacer de estos un fetiche, un “misterio gozoso”. De ahí, de tanto acumular nacerá el bichito, la curiosidad. Séptimo: hojee, lea, relea, busque citas, aprenda algunas de memoria, piérdale el respeto al artefacto libro y a los escritores, no están ni en el Olimpo ni en el Parnaso, defecan igual que todos por lo tanto son asequibles. Octavo: haga el ejercicio hasta que encuentre el libro aquel, el que cada uno tiene predestinado, el que le abrirá la brecha hacia lo común desconocido, el tema es infinito, de ahí de seguro cuando encuentre el verso, la frase despabiladora de seguro no pararán. Último: en definitiva, la cosa es simple, pajarón el que no lee, aunque no más pillo el que lo hace.
Wednesday, March 28, 2007
La Provincia de la Mente
¿Existe una literatura local? Podríamos decir, quizá no, si lo miramos desde un punto de vista estrictamente geopolítico, y sí, si lo miramos desde uno geográfico o geograficohumano. Imposible es para un escritor deshacerse de la influencia del espacio, de la geografía en que se encuentra emplazado, incluso cuando se encuentra en viaje (evitaremos la cita culta). Lógicamente tiene mucho que ver con todo: el clima, la geografía, los personajes el arraigo, las situaciones. El paisaje moldea la personalidad del ser humano y su relación social. Ahora ahí, arranca también la respuesta a otra pregunta, la mala, la buena literatura, tiene que ver cómo se trasvasija todo esto en el texto, sin que suene a lugar común. Cómo hacer un poema de mar, cómo nombrar mar, espuma, olas, barco, playa sin sonar a pastiche nerudiano, o pensar inmediatamente en el mayor puerto de Chile, como nombrar; cordillera, hornos de barros, trenes, bosques, pájaros, campo, trigo, sin sonar a pastiche tellieriano, o juvenciano.
Creo que el escritor que se quiere hacer cargo de estos elementos debe buscar un afluente hacia la esquiva creatividad para huir nadando sobre “tablas inscritas” despavorido de esos lugares comunes.
Hay literatura local que se hace cargo de estos temas desde lo local para lo local, valga la redundancia. Si es buena o no, ya es otro tema, eso se lo dejaremos a los “críticos lectores”, por mi parte, haré lo posible en no recaer en la tentación y si me toca leer algún bodrio evitaré recomendarlo, lo bueno finalmente florece solo. Ahora cada uno es libre de escribir y leer lo que le de la puta gana.
Literatura Cordillerana, porteña, villalemanina, aconcagüina, unidas jamás serán vencidas, “refritando” a Parra, o juntas serán buena difunta, quien sabe. El literato provincianoparanoico dirá: son sólo espejismos, creados por los escritores capitalinos para que nos enfrasquemos en peleas de perros huachos en busca de identidad, mientras ellos se dan la vida del oso letrado, estudiando literatura, ganando premios, entrevistándose entre ellos, incluyéndose en infladas antologías...posando para la carátula de algún disco de electropoesía...paranoia, paranoia, pura paranoia de literato autodidacta.
En gusto personal, para la edición de cualquier pastiche, prefiero el papel bond si es para la narrativa, y cuché para la poesía, sobre todo si va ilustradita.
Héroes de la literatura local... en qué lugar no los hay. Qué emplazamiento medianamente civilizado no tiene el suyo al cual dedicarle una plazoleta o calle de población neocallampa. No nombraré a mis coterráneos para no redundar, si no los conocen remítanse, al pequeño rincón de literatura local, de la biblioteca municipal donde rebosan de salud en un pequeño estante de trupán de 2x1, frente al mesón de la flemática dependiente.
Antihéroes, obviamente que también los hay, en los pueblos chicos también tenemos “underground”, lugar donde gusta pulular a estas bestias, y los hay rebuenos, pero hay que dejarlos tranquilos...al menos mientras estén vivos...por que suelen morder y transmitir su rabia purulenta. Domesticarlos imposible.
Y si alguien nos lee?, pero claro que sí, nosotros mismos, y aquí me permito una frase culta, que tiene que ver con ese castigo al que fuimos condenados quizá por soberbia, quizá por desesperados, por poco claros “No bastaría arrodillarnos bajo el látigo ni leernos en castigo por una eternidad los unos a los otros” (E.Lihn) El vaticinio Lihniano se está cumpliendo.
Ahora hay que analizar también qué pasa con aquellos que ni “leen ni escriben” y sin embargo son los verdaderos bastiones de la expresión verbal local, sea donde sea, me refiero a los oradores, a los poetas populares, nuestros cuenta chistes, los cuales no encontramos fácilmente en estos formatos y sin embargo son los que tienen buena parte de la palabra.
A los escritores de libros, aunque nos quedemos en la estrecha trinchera de lo local, nos conviene emigrar de la provincia de la mente.
Texto presentado en conversatorio “Los que no leemos en el colegio” promovido por revista “Ciudad Invisible” en San Felipe.
Thursday, March 22, 2007
EL DUDOSO ARTE DE ESCRIBIR SIN LEER
La profesión de escritor ya dejó de ser un oficio de culto. Aquel personaje bohemio, sospechosamente solitario, de vestir anacrónico, asiduo a bares y cafés, buen conversador y lector culto ya no existe. Hoy no es más que un referente capturado por la pluma sublime de sus últimos ejemplares, como el mandragoriano Teófilo Cid (conocido como el último bohemio o el “Dandi de de la miseria”) con sus crónicas “Hasta Mapocho no más”, el poeta Jorge Tellier con sus prosas publicadas en los diferentes medios escritos y antologadas póstumamente en el libro “Prosas de Jorge Tellier” o el aun vivo y coleando Jorge Edwars y su “Wisky de los poetas”, entre muchos. Donde, entre otras, se cuentan las trasnochadas anécdotas del mundo literario chileno, de mediados de siglo veinte, época de sobrevivientes y de escritores a secas.
El tema en realidad, es que la literatura, o mas bien el oficio de escribir está en una progresiva crisis de identidad. Hoy pareciera que para publicar un libro sólo se requiriese de tres cosas, una: garrapatear un promedio de cuarenta páginas. Dos: unas cuatrocientas lucas. Y tres: una enorme patudez.
La única forma de no sentir vergüenza al publicar un libro después de haber leído, a monstruos como Kafka, Dostoievsky, Wilde, Rilke o algunos de nuestro nutrido ramillete de connotados sudamericanos como a Borges, Cortazar, Parra o Lihn, por dar solo un botón de muestra, es simplemente no haberlos leído.
Y por esa gracia (no por desgracia) han proliferado una cantidad impresionante de escritores y poetas que, y repito, por gracia se han atrevido hacer público sus monótonas biografías, diarios de vidas y sus íntimos poemas de amor “inflingidos” a la musa de turno. Pero paremos un poco. La idea no es desmoralizar a los apresurados escritores que piensan que con el solo hecho de publicar un libro y venderlos por kilos a las municipalidades, amigos y compañeros de trabajo ya pueden optar al municipal o algún premio por el estilo (aunque por hoy raro no sería). La idea es todo lo contrario, incentivarlos a que lo sigan haciendo, pero siendo un poco más considerados con el gremio, o sea, se les pide enfáticamente, que escriban menos y si pueden “lean un poquito más” si es que pueden.. Una vez me tocó conversar con un poeta-escritor apresurado, que decía inflando su pecho de blanca paloma, que él “no leía para no influenciarse” ¿?.
Cuento corto y parafraseando a Teófilo Cid, “un escritor que no publica, es un escritor a medias” pero también podríamos agregar que “escritor que no lee, es simplemente alguien que sabe unir palabras y frases”. Sigamos siendo todo lo patudos que queramos, publiquemos libros por miles, pero no olvidemos que todavía hay gente que lee y le debemos respeto y que sobretodo no podemos ser tan soberbios al pensar que se puede publicar así como así (como yo esta crónica) después de enterarse que existen libros como El Proceso, Rayuela, Crimen y Castigo, Trilce, Las flores del mal o el archinombrado Quijote de la Mancha, que a propósito como dice Delibes, que “Para escribir un libro no es imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes, cuando escribió el Quijote, aún no lo había leído”. Paradójicamentedivertido, claro, pero imaginemos la cantidad de libros de Caballería (entre otros) leídos por él para, además tener la “patudez” de burlarse de ellos a través del entrañable don Quijano.
Bueno, eso, leamos que sirve, y como dice la frase de campaña para el día del libro en Francia “Pajarón el que no lee”, simple, y esto lo digo (escribo) con toda la patudez y vergüenza del mundo.
Wednesday, March 21, 2007
UN PASEO POR SAN FELIPE EL (i)REAL
Cada vez decido matar el tiempo sobre mi bicicleta, siento que el lugar donde he vivido toda mi vida no es el mismo que recorrí el día anterior. El lugar muta de una manera descontrolada: ordenanza municipal, plan de regulación urbana, simple capricho empresarial o como ya no le podemos echar la culpa a Pinochet, digamos que todo es influencia de la tele y la globalización. Es increíble como brotan y crecen como yuyos; automotoras, multitiendas, supermercados (proyecto de Hipermercados), tienditas de bisutería y ropa china, liquidadoras y tiendas de plásticos (todo a luca), cibercafés y cafés con piernas (pero sin café), poblaciones de casas clonadas con patios que… para que repetirlo; o sea, es lo que hay. Está bien, algunos, si no la gran mayoría dirá, o usará los calificativos; modernidad, comodidad, oferta y demanda, libre mercado, trabajo, dinero, dinero, dinero, $. etc.. Está bien, eso no está en discusión, no se puede ir contra la corriente en el desaforado nuevo milenio. Pero sí podríamos ser un poco mas críticos ¿no creen? o lisa y llanamente no ser tan huevones.
Lo que me preocupa, y es aquí donde este “San Felipe el Real” se vuelve irreal, que a la par con la desaparición de casas antiguas, negocios, oficios, fiestas y lugares tradicionales, se ha ido perdiendo el espíritu de provincia. Y con espíritu de provincia no me refiero a los títulos de humildad e inocente picardía rayana en la patética caricatura del huaso limítrofe de una mala teleserie nacional (no se si existen las buenas), me refiero a la característica que te hace ser de un lugar o como se le llama sociológicamente hoy, “Identidad local”.
La responsabilidad, bueno, no se la achaquemos solo a las autoridades, el problema somos los mismos sanfelipeños, reconocidos como apáticos, abúlicos, gente que pulula por un pueblo que desconoce, con gente que desconoce, nada aquí parece tener gracia para nosotros, entonces importamos costumbres, diversiones, jerigonza, grandes almacenes con ropas y artículos en serie, importamos cultura, ¿por que no?, si todo así es + BKN (cuando terminé esta frase esbocé una leve mueca de asco) No será mejor irse de aquí. Muchos lo hacen.
En definitiva, suma y sigue, esta es solo una mosca en la bosta, San Felipe si se recorre con los ojos bien abiertos (ojalá con la inmejorable perspectiva bicicletera) puede sorprender o aterrar en sus contrastes, ningún lugar está tan muerto por mucho olor a podrido que despida.
Tuesday, February 06, 2007
Miento, luego existo
Las más peligrosas de las mentiras
son verdades ligeramente desfiguradas
Aforismo de Georg Chrisstoph Lichtenberg
son verdades ligeramente desfiguradas
Aforismo de Georg Chrisstoph Lichtenberg
A los desorientados hijos de este mundo que sólo alcanzamos a palpar con la delicada fascinación de unos dedos ciegos como piedras, duros como un pétalo descarnado de su cáliz. Sabremos callar para no abusar de la extrema paciencia de nuestros días y de los hombres que como nosotros, abusan de su virtud camaleónica frente a la vida.
La tontera, no es que haya comenzado, se podría decir que siempre ha estado ahí, presente como la esquizofrenia en algún rincón semi-hermético del cerebro. La mentira, más que un artilugio para salir airosos de algún apuro, es el único arte innato del cual podríamos jactarnos. La mentira como poder, como pecado, la figura retórica más hermosa que abraza nuestra memoria.
Por no ir más lejos, hoy abrí los ojos por primera vez en este día para mirar y besar los contornos de una mujer que terminé odiando la noche anterior, tal vez la amaré de nuevo o como siempre, con los días contados en un ábaco de hielo, quién sabe hasta donde logre llegar antes del derretimiento de toda esa agua sostenida en esos ojos de nieve.
Que más da, miento mirando a los ojos del buen conocedor de ojos, que se miente creyéndome sincero, palpándome los hombros como un ciego a su lazarillo
miento al jefe que desconfía de mis atributos administrativos y sin embargo me encarga misiones de extrema confianza
Miento, y todo lo que escribo (que ya ha sido escrito por un mejor mentiroso que yo) se celebra en reuniones "donde nos jugamos la vida".Miento al protestar por alguna injusticia echándome agua y otras yerbas en los ojos, y miento tan bien, pero tan bien, que
finjo que hasta es dolor, el dolor que realmente siento*
Miento en Navidad haciéndome el duro anticonsumista y ateo y sin embargo lloro a hurtadillas por los obsequios no recibidos
Miento y siento temor de Dios a pesar de mi acérrimo ateismo
Miento y sigo existiendo
Miento y aun recibo visitas y llamadas trasnochadas de amigos
Miento y más de un pariente me saluda con una sonrisa por la calle
Miento y aún me siento un hombre sano
Miento y a fin de mes recibo mi cheque
Miento y mi familia todavía considera mi presencia para la cena de fin de año,
Miento y edito un libro
Miento al aceptar la vida como me viene
Miento al putear por la vida que me ha tocado arrastrar
Miento aun cuando de mi bolsillo arranco un cobre de mi sueldo para acribillar al miserable con un sonido de metal en su oscura vasija de aluminio, miento, si, miento, es más de lo que debiera decir, unas manos que cierran los ojos de la noche esperando la fragilidad del mundo, donde todo dormita al fragor de la humillación. Noche de insomnio, sinopsis del día, donde nada queda sin ser ordenado, reorientado, la mente que es un gran filtro justifica todos los actos del hombre, como el invierno justifica al verano, como yo justifico a los que me mienten con un descaro atroz, en mi tumba escribirán: “Aquí yace un hombre sincero, un buen hijo, un buen esposo, un buen amigo, en fin, un tipo a todo dar”.
* Autopsicografía; Fernando Pessoa
Tuesday, January 30, 2007
BUSCABA LA FORMA DE ESCRIBIR UN TEXTO DE LARGO ALIENTO Y ME DIO ACIDEZ
Las maneras que tiene un animal
para alimentarse y darle otra palada de carbón
a la máquina, tiene un carácter a veces aberrante
Basta con poner un hueso entre cinco gatos hambrientos
y encerrarlos en un ataúd para que comience
el acabose del mundo (otra vez)
Basta con ver el comportamiento de un diabético frente a una heladería para quedar ahogado en las babas
en las espumas de la frustración
(sólo unos carbohidratos bastarán para matarme)
De noche suelo levantarme por líquido y fumar la colita que me espera en el estaque del W.C
cruzando de pasadita por el refri para malearme algún bocadillo
Lo que me hace muchas de las veces entrar en estos
mundos comunicantes previa reconcilia con Morfeo.
Duermo:
y en un dos por tres me veo repetir la escena del pitillo en el W.C o en un refri en tinieblas, donde la gran mano de dios, de
un gladiador, mi madre o mi conciencia me levanta por el pescuezo para verificar mi pedigrí, dejándome caer en el caracol onírico del water
lo que me hace despertar con una mueca de temor pánico
para, acto seguido, levantarme por otro bocadillo, y así sigo y sigo sin concebir realidad.
El cuerpo en esta levedad alucinada pierde la grasa
o la magra carne de bistec con toques de ajo frito todo en su jugo
untado con migas de marraqueta que pierde esperanza según pasan los años, la gastritis, la úlcera o el colon irritable,
(¡el estomago señores!, no el corazón, ni el alma)
Y cómo no acordarme con toda esta remembranza pastichera de nuestro Gran Hermano piedra de la poética bulímica, que se comió todo Chile incluido este peacito de mi pueblo por el que, según dicen, también paseó su Bisnes literario con maquinaria pesada y todo.
Pero todo no pasa de ser parte de ese gran mito de estómago favorecido por la hípergula la hiperescritura y el “don de la sed” que suele ser tremenda por estos lares y, que aun no entiendo como aguanto y, por que salió a colación
(por lo mismo)
Y por lo mismo me hago a la idea de fantasear con el estomago
vacío de tripas flojas como chunchules, que harían gritar de asco
a más de alguna flaca con cara de lechuga
(al pensar en chunchules, me sube un gas medio acidito
que regulo apretando el mentón contra la manzana de Adán
así difumino el chanchito por todo el monitor y queda empañadito)
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