Monday, July 30, 2007

Tentativas para un árbol trunco


Para transfigurarse y no seguir siendo per sécula el chozno de una tribu sin memoria, X decidió involucrarse en un proyecto que considerando la distancia de una familia mas bien inculta, no soportaba, o no soportaría en este caso, la invectiva de un ejercicio de memoria que ni siquiera él, el avanzado, podría sobrellevar.
Sin intención de moverse más allá donde la baja moral de este núcleo se lo permitiera, zanjó las ideas fuerzas que le permitieran introducirse en las nervaduras de un árbol donde él precisamente era uno de los últimos vástagos clorofílicos.
Su padre, por ejemplo, ostentó en algún momento el cargo de caporal de establo en los corrales del sempiterno Regimiento de “Los Cóndores”, en su pueblo natal, donde además vagó por oficios de poca monta, que los oficiales a su cargo le ofrecían por su docilidad ante el mando. Solía hacerse cargo además de la comilona de los bailongos sabatinos, preparando fondos de “chancho al jugo” o las discadas de cocimientos de mariscos, que por lo demás lo llenaba de orgullo, sobre todo cuando al son de la borrachera, alguno de los “clases” le dedicaba un brindis para celebrar su buena mano, a lo que el improvisado cocinero rechazaba cualquier intento de invitación a brindar en un ademán de falsa modestia, esperando siempre fiel al término de la fiesta para recoger, lavar y tomar los conchos de wisky que quedaban sobre los mesones y engullir con fruición los restos de carnes y cochambre que quedaban a la deriva en los gelatinosos fondos y discos.
Esto por supuesto, X no lo descubrió en los interrogatorios hechos a los ancianos de la familia; primero, por que su imaginación, aunque no del todo desbordante, le permitía, al menos, hilar retazos de historias cosechadas al boleo en las fiestas familiares. Por otro lado, su familia no se caracterizaba precisamente por su longevidad. Su abuelo, por ejemplo, perdió la vida en su lecho con su cuerpo disminuido por una diabetes que ha esa altura ya se había cobrado con el 40% del cuerpo, a los 52 años, cuando X sólo tenía 11. Teniendo además que visitarlo los domingos y pasar los 10 minutos obligatorios sentados junto a sus hermanos en el espacio que dejaba a los pies de la cama la falta de sus dos extremidades que no eran más que dos muñones sanguinolentos.
El recuerdo que X tiene de la muerte, gravita precisamente en imágenes de su primera niñez, algo difusas por lo demás, lo que no lo convence aun de la realidad corpórea de aquel recuerdo, si realmente aquellas fragmentadas imágenes corresponden al hecho sangriento que lo ha vuelto, aunque no lo sabe, algo insensible ante los decesos de sus cercanos y, a plantearse la muerte como algo determinado, sin mayores misterios ni misticismos.
Lo que mantiene de aquel difuso suceso son principalmente gritos que se entremezclan con risas, retos y mucho movimiento. Finalmente como producto de una laguna mental, la siguiente imagen siempre lo transporta fuera del patio de entrada a su casa mirando por una rendija del viejo portón de madera hasta el fondo del largo pasillo, que no era más que un patio de antiguas baldosas en tablero de ajedrez. Al término del pasillo se veía la mitad de una “arteza” de concreto, iluminada por una sucia lámpara de campana (circundada por zancudos y mariposas nocturnas) que sólo alumbraba directamente el tercio superior de una cabra de color blanco manipatiatada a la cual le cruzaban la yugular con el movimiento certero de un gran cuchillo gastado de tanto ser afilado, mientras un desesperado balar se iba apagando en medio de un sonido de gárgaras de sangre y el chisporroteo del líquido cayendo en una hoya de aluminio, ¡paf! Fin de la imagen.

Tuesday, July 17, 2007

Fragmentos de una decepción en tránsito


En esta nueva confusión de Babel solemos olvidar nuestro origen, a que nos debemos, como es que esta ciudad se convirtió en lo que es, sea una ciudad próspera o simplemente una bazofia de pueblo, un simulacro de urbe mal habida, u ostentosa torre con cimiento de arenas movedisas. Sea lo que sea, eso dependerá del punto de vista del que se mire.

Miramos el fenómeno “transantiago” como algo de años luz de nuestra realidad, pero las ciudades cambian lamentablemente por el simple capricho de algunos pocos, que especulan con el futuro esplendor de nuestra historia, del suelo que pisamos. Que no funcione este monstruoso proyecto, no es sólo cosa de pesos, somos sudamericanos y mejor aun chilenos (sin afán nacionalista) el tema es que no nos pueden convertir en europeos o norteamericanos con tratamientos de electroshock. Para la risa es ver a políticos con cara de situación pidiendo por favor “no colarse por la puerta de atrás, siendo que esa clase fue la que instauró esta maña en nuestra indosincracia.

Volviendo al valle (San Felipe), lo seguro, y esto es un mal general de provincia con ínfulas de “city luz”, no nos gusta mirar atrás, como si eso fuese ser retrogrado, antimoderno y aceptamos los cambios a la velocidad de la luz, sin críticas, nos convertimos cada vez más en la muda imagen en blanco y negro de “Tiempos Modernos” de Chaplin, donde se transpone la imagen de un grupo de obreros entrando a una fábrica con otra de un grupo de corderos entrando a un corral… es una mera actualísima imagen…nada de ficción…ni imagen del recuerdo para programa mamón de comerciales y cantantes que se los llevó la ola.

Me perdonarán algunos sindicatos obreros por la comparación previa…pero si piden aumentos de sueldo, ojala sea para dignificar a la familia trabajadora, pagar los estudios de sus hijos, arreglar sus casas o pegarse un viaje y no para pagar la ropa que ya no sostiene su closet, comprarse un auto como el del vecino o el plasma de mil pulgadas con más warifaifas de las que puede controlar.

Miramos nuestra ciudad-real a través de una tele y pensamos que esas guerras campales de la Legua son otra de “Tarantino” o que “En la mira” se merecen un oscar como “Ciudad de Dios” …luego salimos a la tienda más cercana a reventar una “tarjeta-granada” y pasearnos entre artefactos luminosos y personajes de cartón tamaño natural que nos hacen sentir como en casa. Sonreímos de soslayo a la cámara de seguridad para completar nuestro tártaro reality, mientras el "flaite" de turno nos espera a la salida para protagonizar otro “buen programa de denuncia social”.

Tuesday, July 10, 2007

“Flema provinciana”


Advertencia preliminar: Con flema no me refiero a la mucosidad pegajosa que se arroja por la boca, procedente de las vías respiratorias, con cierta denominación de origen. Quiero más bien hablar de este raro epíteto, que por lo general se le enrostra a la pasividad y calma (hasta ahora sin igual) con que los ingleses se toman las cosas, con ese aire de superioridad, de encontrarlo todo como hediondo, con sus narices respingadas y aspecto solemne y seriedad a toda prueba. Bueno esta clasificación la hago por supuesto influenciado por malas películas y libros donde se parodian a estos flemáticos británicos, que por supuesto dista mucho de la realidad (creo).
Con toda esta introducción previa quiero llegar a unos de los mitos chilenos, que por estos tiempos está más tácito y más estúpido que nunca en nuestra forma de ser. Eso de ser los ingleses de Sudamérica, que yo atribuía a la costumbre de tomar té. Para serles franco no veía otra semejanza. Pero encontré otra actitud, igual de deformada que la del “tesito”, después de convivir con más de un centenar de sanfelipeños más de dos horas en la fila de un banco. Para hacer corta la historia, por razones X tuve la obligación de cambiar un cheque en este banco Z. Al llegar me encontré con una fila interminable, como una gran cuncuna zigzagueante de cientos de cabezas y de pies que se deslizaba con lentos movimientos peristálticos (nótese como movimiento de una babosa, lombriz, intestino grueso) Entrar por la boca de esta cuncuna y salir expulsado por su cloaca me llevó, sin exageración, dos horas y media. Pero lo más increíble de todo fue ver como las personas que constituían esta enorme cuncuna sedienta de plata, aguantaba con tanta “flema” el aburrimiento de más de 150 minutos moviéndose dos pasos cada 5 minutos. Era pura “flema provinciana”. No esa flema inglesa de nariz alzada y poto parado, era ese tipo de flema tímida, de manos en bolsillo y pateando pelusas en el suelo, resignada, aburrida, con esa mirada pseudoresentida que da la timidez, refunfuñando entre dientes como ese perro que sabe lo que es una patada en las costillas. Nadie era capaz de llamar al guardia y pedirle que gestionara otra caja para la fila de los “no clientes” que era la más lenta. La fila para clientes contaba también con dos cajas pero nunca pasaban de los 15 clientes en fila. Lo único que nos sacaba a ratos del tedio eran tres cabros chicos que se habían divisado entre las piernas del centenar cuerpos entumidos por el bochorno de la espera, que se perseguían jugando al laberinto, sin reparar seguramente en el hedor a sexo que se produce por la aglomeración de genitales a esa altura ineludible de la bendita niñez.
Era para llorar, pero nadie lloraba, era para reclamar pero nadie reclamaba. La pregunta: ¿cómo se desahogó toda esa gente? Echarían un insulto tras un volante, le pegarían una patada a un perro o al hijo, se pegarían un tiro en la cabeza?. O “es tan poderoso don dinero” que adormece la rabia una vez deslizado entre nuestros dedos. Por mi parte escribo esto para desahogarme. Sufro también de “Flema provinciana”.

Tuesday, July 03, 2007

NON SANCTAS o prohibido masturbarse (por ellas) hasta quedar ciego



Su voz, lo atroz, no su imagen por si sola, chancletea el cuerpo como calzones de tendedero. Con el tacón en la vulva y otro en el ano del tacaño proxeneta. La lujuria vendría sin vendas por parte de madre sin asco y tremendo delirio, por otra. Ojipintada, de espaldas al transito, su ano es túnel que el transeúnte cruza para extraviarse en el pobre estilo de la carne. No comas, no gimas, duele tu reino que es el espanto anidado en el calzón como joroba. Matices de un imperio procurándose una sucia luz de paradero, donde moscas son mariposas nocturnas cabeceando la entrepierna. Olor alquimia de consultorios, papeles al día. Por pocas lucas paraíso instantáneo en agüitas de relave, donde brotan primores, primores que son amores, amores que son luto. Sátiro, mancebo, cornudo, buscón, tusona. Tributo angelical
para un bruto original. Non sanctas de conventillo, bellamente peligrosas como la mandrágora, y aquí se viene la carne burbujeante como soda. Y por dios, sálvale Magdalena. El semen de un ahogado brilla en los escombros de su habitación de soltero.